Quería dedicar un post a la gran alpinista española Edurne Pasaban. Este mes ha completado la proeza de subir 14 ocho miles. Para esta hazaña ha necesitado nueve años.
Aunque esta disciplina no la practico y no la conozco casi nada, desde la distancia ya se intuye lo duro y sacrificado que tiene que ser. De vez en cuando hago una caminata por las cumbres de mi tierra que son bastante bajas y ya sufro subiendo unos kilómetros de una pequeña pendiente (y eso que estoy en forma pero mis cuadriceps no aguantan tantas subidas y bajadas). No me puedo imaginar lo duro que será subir unas pendientes mucho mayores, con mayor altitud, falta de oxígeno, frío extremo y otras condiciones climatológicas adversas. En fin, una locura.
En muchos casos, estos alpinistas ponen su vida en peligro para conseguir el objetivo de llegar a alguna cima. Incluso en las mejores subidas se ve como muchos llegan con congelaciones en dedos (muchas veces se deben amputar como le ocurrió a Edurne después de la subida del K2 o a su compañero Juanito Oiarzabal), nariz, parte de la cara. Edemas y otros problemas de salud están a la orden del día. Por ello, es un deporte muy peligroso si se quiere desafiar a la naturaleza aunque supongo que todas estas personas van persiguiendo un sueño y tienen la fuerza necesaria para salvar todos estos obstáculos y objeciones. Una de las frases de Edurne cuando se replanteó no seguir escalando después de los graves problemas físicos que sufrió en el K2 fue ""Volví a enviar solicitudes de trabajo en proyectos de ingeniería, Sin embargo, al final me hice la pregunta clave: ¿Sería feliz trabajando como ingeniera el resto de mi vida? La respuesta fue que no."
Ojalá todos consigan su objetivo y no pierdan la vida en ello como ha ocurrido recientemente con algunos escaladores como Tolo Calafat y de otros españoles como se puede leer en esta noticia.
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